VI FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA: Ensemble Zefiro

7 07 2010

DE LA TAFELMUSIK AL DIVERTIMENTO


Patio de los Naranjos, 07|07 21:30 h.

Programa

I

PRIMERA PARTE (con instrumentos barrocos)

Arias HWV 410, HWV 411 y Marcha HWV 346.

En Fa mayor

Georg Friedrich Händel (1685-1750)

Sonata en Sol menor. FWV N:g1

Johann Friedrich Fasch (1658-1758)

Ouverture en Fa mayor, TWV 55: F9

Georg Philipp Telemann (1681-1767)

II


SEGUNDA PARTE (con instrumentos del clasicismo)

Parthia Hob.II:7 en Do mayor

Joseph Haydn (1732-1809)

Divertimento KV 252/240a en Mi bemol mayor

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

Alfredo Bernardini, Paolo Grazzi: oboes

Dileno Baldin, Francesco Meucci: trompas

Alberto Grazzi, Giorgio Mandolesi: fagotes

La Historia de la música se compone de los grandes géneros, aquéllos que conducen a la gloria a sus mejores compositores e intérpretes, pero también de las formas breves, las menos atendidas por la crítica y los garantes de la posteridad, a pesar de que, a menudo, éstas resumen con mayor eficacia y fiabilidad las corrientes musicales de su época. El Ensemble Zefiro, que cuenta entre sus filas con el maestro oboísta Alfredo Bernardini, propone en el Festival de Música Antigua de Málaga un programa titulado De la tafelmusik al divertimento que permite conocer de primera mano dos de estos géneros, llamados comúnmente menores, especialmente singulares y significativos. En su concierto, además, el sexteto presenta de manera práctica una hábil lección sobre la transición del Barroco al Clasicismo, que quedará materializada mediante el empleo de instrumentos propios de una y otra época. Nos encontramos así ante una curiosa iniciativa que indaga en las líneas maestras de la evolución de la música (en las que, como se verá, el cambio de una época a otra no es ni mucho menos radical ni determinante, sino natural y necesario) a partir de expresiones creadas como añadidos o complementos de otras pero poderosamente reveladoras por sí mismas y, además, servidoras de la verdadera matriz de la música en el Barroco: la danza.

La expresión alemana tafelmusik puede traducirse literalmente como música de mesa, y corresponde a la música que se interpreta mientras otros, en este caso los espectadores, comen. Se trata, en suma, de una música de banquete, destinada a hacer más placentero el festín, aunque históricamente pueden advertirse distintas interpretaciones de este fenómeno. Así, en la Antigüedad, egipcios y hebreos cantaban y tocaban instrumentos en la mesa (o bien contrataban a otros para que lo hicieran, aunque en este caso no se trata de un lujo propio de clases pudientes, sino de una práctica generalizada) con una intención religiosa, ya que se establecía una liturgia para el agradecimiento a Dios/ los dioses por los alimentos ofrecidos y se suplicaba además la bendición para los mismos. Se trataba, en fin, de conferir una determinada noción de pureza a la comida, santificándola, para evitar que causara algún perjuicio a los comensales.

A menudo, estos alimentos cobraban un poderoso carácter símbolo en determinadas festividades (recuérdese el Pésaj judío) que se veía reforzado mediante el canto. Más tarde, Grecia y Roma van a adoptar estas costumbres, pero si, especialmente en la primera, determinados rituales báquicos van a mantener el sentido religioso de esta práctica, muy pronto, sobre todo en Roma, se transformará en símbolo de distinción de las clases pudientes: sólo aquéllos que tienen esclavos a su servicio pueden permitirse que alguien les toque la flauta mientras almuerzan. La tradición se mantiene en la Edad Media (en los conventos era habitual el ejercicio de un cantor mientras el resto de religiosos comían) y florece con especial colorido en el Renacimiento: cuando el hombre decide dedicarse sus grandes obras a sí mismo, y no a Dios, la presencia de cantores y músicos era habitual mientras se celebraba algún banquete solemne, ya fueran bodas y ceremonias religiosas en las que nobles y reyes fueran protagonistas, festines oficiales de la Corte y opíparos ágapes en las magistraturas municipales. La música es aquí empleada para que el oficiante se celebre a sí mismo, añada categoría a su fiesta. Por lo general, ya en el Renacimiento, las formaciones musicales encargadas de este cometido se reducían a un laúd y un arpa, o un laúd y otro instrumento de cuerda, a los que, sólo ocasionalmente, se sumaban trompetas, cornos o pífanos. En el Barroco, la época en que toda manifestación humana y cultural sale del espacio privado y conquista la calle, el tránsito cotidiano de lo público, la tafelmusik, con todo su contenido lúdico, se convierte en género predilecto de compositores y músicos, que ven en esta costumbre el medio óptimo para introducirse en círculos de influencia y tocar para señores y notables. La agrupación camerística, como no podía ser de otra forma, crece hasta adoptar tríos, cuartetos, sextetos y formaciones aún más amplias. El estilo seduce además a los más insignes autores del Barroco en Francia y Alemania por sus posibilidades expresivas, que acuñaron hasta conformar una particular suite de danzas. Quizá la tafelmusik más conocida de finales del siglo XVII sea la de Georg Philipp Telemann (1681-1767), que escribió la obertura que incluye el grupo Zefiro en su programa, además de un cuarteto, un concierto, un trío, una pieza solista y un final en la misma tonalidad. Destacan, en ese periodo tardobarroco que transcurre entre los siglos XVII y XVIII, otros compositores como Johann Hermmann Schein, Alexander Avenarius, Andreas Hammerschmidt, Heinrich Ignaz von Biber, Jean-Baptiste Lully y Michel-Richard Delalande. Posteriormente, hasta Beethoven compuso un Octeto para vientos en 1792 para la mesa del alcalde de Bonn. El concierto De la tafelmusik al divertimento se completa en su primera parte con una sonata de Johann Friedrich Fasch (1658-1758) y una serie de arias y una marcha de Georg Friedrich Haëndel (1685-1750).

Heredero directo de la tafelmusik es el divertimento, popularizado durante el siglo XVIII y compuesto, como la anterior, para un reducido número de instrumentos. De nuevo se concibe como una suite de danzas, aunque aquí los movimientos son más cortos y simples. Su origen se sitúa en el siglo XVII, cuando pasó a denominarse divertimento una composición breve para danza que se intercalaba en los entreactos de las óperas y ballets, con el mismo cometido del entremés en las comedias: ganar tiempo para cambiar decorados y ofrecer al público distracciones diversas para evitar que se aburriera.

Ya en el siglo XVIII, sin embargo, el divertimento se despoja de su carácter de mero intermedio y pasa, aún como breve colección de danzas, a heredar las funciones de la tafelmusik (tal asimilación resultaba obvia por las similitudes estéticas y formales) y a interpretarse en celebraciones públicas, conmemoraciones y otros eventos que trascienden, con mucho, los límites de lo privado. El señor que convoca a los instrumentistas ya no quiere música para agasajar a sus invitados sino para demostrar, ante el mayor número posible de personas, su rango e influencia. El divertimento tuvo su mayor durante el siglo XVIII en Austria, y sus más importantes compositores son los protagonistas de la segunda parte del concierto de Zefiro: Joseph Haydn (1732-1809) y Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791).

De esta manera, Barroco y Clasicismo, habitualmente considerados por críticos e historiadores como momentos de agudas diferencias, quedan vinculados en el concierto De la tafelmusik al divertimento por dos cauces que transcurren siempre fértiles entre ambos: la música empleada para la fiesta, en su sentido más lúdico, y la danza como depositaria de las formas más significativas en este ámbito.

Especialmente en el Barroco, dado su carácter manifiestamente abierto, exultante y propagandístico, vivido hacia fuera, la mayor parte de la música se va a componer para ser expresada mediante el movimiento: la danza es, más que la evolución de los géneros y formaciones, el verdadero argumento para un patrimonio común de la Historia de la música.

Ensemble Zefiro

El año 1989 en Mántova, los oboístas Alfredo Bernardini y Paolo Grazzi junto al fagotista Alberto Grazzi fundan Zefiro, un conjunto de formación variable especializado en el repertorio del siglo XVIII donde los instrumentos de viento tienen un rol protagonista. En estos años, Zefiro ha conseguido ser reconocido como uno de los grupos de referencia en el ámbito internacional especializados en el repertorio de música de cámara para vientos de los siglos XVIII y XIX interpretada con instrumentos de época.

Sus fundadores, profesores en los Conservatorios de Música de Amsterdam, Barcelona, Mantova, Verona, Milán, están considerados entre los más válidos ejecutantes en el ámbito de la música antigua y apreciados solistas de famosas orquestas, y se valen de la colaboración de los mejores instrumentistas de Europa.

Zefiro está presente en los principales festivales europeos de música (Amsterdam, Barcelona, Ginebra, Helsinki, Innsbruck, Lione, Londra, Manchester, Milano, Monaco de Baviera, Palma de Mallorca, París, Praga, Regensburg, Salzburgo, Utrecht, Vienna, etc.) y con giras en Israel, Egipto, Sud-América (Chile, Argentina, Uruguay y Brasil – verano 2004), en Japón (enero 2005), Canadá (junio 2006) y en Corea (septiembre 2006), obteniendo grandes éxitos de público y crítica.

Zefiro realizó para la televisión belga un documental sobre Vivaldi y tiene publicados 13 CDs, entre los que destacan las seis sonatas de J.D.Zelenka, la música para conjuntos de viento de W.A.Mozart, la Water Music de Handel y Wassermusik de Telemann, los arreglos para 13 instrumentos de viento de arias de Operas de Mozart y la publicación de los “Concerti per vari strumenti” de A.Vivaldi (Opus 111/ Naïve). La grabación más reciente, publicada por Sony Classical, contiene la música para vientos de L.v.Beethoven y los Divertimentos para vientos y cuerdas de W.A.Mozart. Muchos de sus discos han obtenido premios internacionales, entre los cuales destaca el Grand Prix du Disque, haciendo de Zefiro un grupo de referencia para este repertorio en el mundo entero.

La actividad de Zefiro se divide en tres plantillas: conjunto de cámara, grupo de viento [“Harmonie”] y orquesta barroca, proponiendo una gran variedad de programas del amplio repertorio del siglo XVIII: desde los conciertos a 5 y para instrumentos solistas de Vivaldi, las obras teatrales y música festiva de Handel, las cantatas de Bach, Misas de Haydn, a la música para vientos de Mozart, Beethoven y Rossini, entre otros.