Málaga.18-10-2019. Auditorio Edgar Neville. Solista: Alejandro Viana. Dirección: Arturo Boscovich. Programa: Concierto para violonchelo y orquesta en Si menor, op. 104, de A. Dvorák y Sinfonía Nº 2, op. 30 “Romántica”, de H. Hanson
El primero de los encuentros del Ciclo La Filarmónica Frente al Mar -seis programas se repartirán a lo largo de esta temporada- que llega a su octava edición tuvo como protagonistas al cello solista de Alejandro Viana y la batuta entregada de Arturo Díez. Ocho ediciones que desde sus orígenes han venido acompañadas de una respuesta holgada de público aficionado de perfil más renovado y que de alguna forma vienen a reforzar los abonos en el Teatro Cervantes. Público más concienciado del valor de las propuestas artísticas habida cuenta de la ausencia de politonos indiscretos, gorjeos inoportunos o caramelitos atronadores.
Aficionados de rango de edad sensiblemente por debajo de la media que ofrece el gran coliseo local. Y aunque aún queda limar las ovaciones entre movimientos -preferible al gallinero en el que se está convirtiendo la sede de los abonos- lo cierto es que el precio de las localidades invitan a acercarse hasta estos programas del ciclo que acoge el Auditorio Edgar Neville. A La Térmica aún le queda maquetar unos programas más legibles (en cuanto al tamaño de los caracteres) y apostar por unas mínimas notas al programa que no dejen al repertorio a pecho descubierto, más cuando se trata de obras que son abordadas por la Filarmónica por primera vez como ocurrió el pasado viernes. Por lo demás, este ciclo de conciertos goza de muy buena salud y es una apuesta firme del conjunto por acercar el gran repertorio.
Antonin Dvorák y Howard Hanson fueron los protagonistas de este primer concierto a modo de cuadros que dialogan entre ellos a pesar de la distancia entre escuelas que las separan. El Concierto para cello de Dvorak representa la vieja Europa, la forma, el canon… Una manera heredada, asentada en la tradición de entender la composición frente a ese estilo, que aún guardando distancia, tanto en estética como en personalidad, ofrece Hanson a quien puede considerarse referente en la construcción de la escuela americana de música, quizás la más joven pero no por ello menos interesante.
El cello de Alejandro Viana fue el protagonista del opus 104 de Dvorák que en líneas gruesas puede calificarse su interpretación, de esta página tan agradecida para cualquier solista, como mejorable en los tiempos extremos y sosegado en el adagio central a pesar de los esfuerzos del conjunto por elevar la interpretación. Todo ello unido a los dos discurso que tanto batuta como solista demostraron en el desarrollo de la página decididamente atropellada. Un auditorio, sea donde sea apela siempre por el trabajo mimado.
Tras la pausa la OFM en la batuta del maestro Díez Boscovich abordó la primera audición del trabajo sinfónico más divulgado del norteamericano H. Hanson, su Sinfonía Nº 2 conocida por “Romántica”. En ella Díez subrayó el carácter sugerente de la partitura en la que pueden apreciarse tratamientos armónicos y color orquestal del que han bebido sin complejos reconocidos compositores del Séptimo Arte. Articulada en tres movimientos relacionados entre sí, destaca la sombría introducción reforzada por la casi obsesiva repetición del motivo que a modo de fatum aparecerá a lo largo del desarrollo de la sinfonía en contraposición al tema lírico que culmina el adagio de comienzo tratado como gran coral – modelo y desarrollo muy similar a la Quinta de Tchaikovsky- que torna en claridad y ánimo en el desenlace anotado por Hanson.
Lectura densa y corpórea, con personalidad y efecto la ofrecida por el maestro Díez de esta Segunda Sinfonía de H. Hanson a la que es imposible sustraerse del gran trabajo realizado por las maderas del conjunto, los no menos rotundos metales, especialmente iluminadas las trompas de la orquesta, sin obviar el buen empaste de las cuerdas.
Alejandro Fernández