La Academia cierra el año musical

4 01 2020

MÁLAGA. Sala María Cristina. Academia Orquestal de Málaga. Solista: Saleta Suárez. Dirección: Mª del Mar Muñoz Varo. Programa: Concierto para flauta y orquesta K.313, de W. A. Mozart y Sinfonía nº5 D.485, de F. Schubert. 28 de diciembre de 2019.

En los días previos al comienzo oficial del año Beethoven la Academia Orquestal de Málaga, otro de los grandes proyectos formativos para jóvenes músicos de la provincia, ha querido servir de pórtico a estas celebraciones con un programa cargado de intención y resultado sobresaliente en línea con lo escuchado en encuentros anteriores como en Dvorák de septiembre o los ecos del Berlioz del Berlioz de julio. Y todo ello con el desinteresado esfuerzo del equipo docente que tutoriza la iniciativa y personaliza la batuta de la maestra Mª del Mar Muñoz Varo.

Nuevamente la Sala María Cristina fue el escenario elegido para las dos páginas que ocuparían el concierto con Mozart en lo concertante, contando con la flauta de Soleta Suárez, en lo que se entiende como la gran fuente beethoveniana y, Schubert en lo sinfónico para el cierre del programa en la perspectiva de la influencia que el genio de Bonn ejercería en música hasta nuestros días y donde quedaba contextualizada la figura de Beethoven como cima del clasicismo capaz de ampliar los márgenes de la forma para propiciar el romanticismo.

De los tres conciertos para flauta que recibió Mozart como encargo, el tercero no llegó a nacer, el segundo se limitó a una transcripción y el escrito en Sol Mayor sencillamente es una página en la que se aprecia a un músico libre a pesar de “detestar” la flauta a la que trata en todo momento con sutileza y en constante diálogo con el conjunto sin diluir su protagonismo y a la que exige, al solista, notables cualidades tanto expresivas como virtuosísticas como así quedaría confirmado por la flauta solista de la catedrática Saleta Suárez.

S. Suárez en los tres tiempos contrastantes que articulan el Concierto en Sol Mayor hizo del instrumento una suerte de todo musical en constante contacto con el conjunto sinfónico dibujando en el allegro de apertura el sentido orgánico que vuelca Mozart en la partitura para continuar en el adagio en lo que apeteció un aria serena y suspendida en oposición al brillante y desenfadado rondó de cierre.

La Quinta Sinfonía de Schubert en los atriles de la Academia Orquestal mostró a un compositor aún en los márgenes del clasicismo por el cuidado de la forma y la abundancia de material melódico lo que exigía al conjunto solidez en el empaste, precisión en las entradas y acentuación en la emisión. Mar Muñoz perfiló dinámicas ágiles en los movimientos extremos concentrando la expresión en el andante del segundo movimiento para finalmente proponer un horizonte estilizado en el Menuetto que precede al chispeante allegro de cierre.

Con el buen sabor de este último concierto de la AOM quedan asentadas las bases del encuentro de marzo que protagonizarán Mozart y Beethoven bajo la dirección de la batuta invitada del maestro Salvador Vázquez.

Alejandro Fernández





Colas para la JOBA y Zapico

3 01 2020

MÁLAGA. 23-12-2019. S. I. Catedral de Málaga. Director: Aaron Zapico. Programa: Canon y giga en Re Mayor para tres violines y bajo continuo, T337 de J. Pachelbel; Concierto grosso nº 8 en fa menor, “Concierto de Navidad”, de P. A. Locatelli; Concierto para cuerdas y continuo en sol menor, RV157 de A. L. Vivaldi; Concierto nº2 en Si bemol Mayor HWV313, G. F. Haendel y Suite para orquesta nº1 en Do Mayor BWV1066, de J. S. Bach.

Como era de esperar la expectación que despierta la Joven Orquesta Barroca de Andalucía (proyecto formativo acunado por la Filarmónica de Málaga) volvió a convocar, en la tarde pasada, una larguísima cola que colmó las naves catedralicias para el esperado programa desarrollado por el conjunto que prepara Salvador Vázquez que contó con la dirección musical del maestro Aarón Zapico, que una vez más hizo del programa seleccionado toda una experiencia musical y artística desde la honestidad, el rigor y talante que distingue el trabajo del músico asturiano.

Programa denso y arriesgado que perfiló una retrospectiva que retrató las líneas maestras de la arquitectura musical del barroco europeo, la de los grandes maestros que hicieron posible un estilo internacional que culminaría en la gloria de Haendel y Bach pasando por la Venecia de Vivaldi o el último de los grandes maestros de Nuremberg Pachelbel cuyo Canon sirvió de cierre a todo el programa en lo que fue una lección de gusto musical, virtuosismo y comunicación entre los atriles.

Si en el programa de Septiembre, bajo la dirección de S. Malov, despuntaba ya la calidad de las cuerdas de la cuarta promoción, bajo las naves catedralicias A. Zapico cinceló hasta el último detalle el empaste, ataque y técnica de las secciones de cuerdas rematadas por unas maderas de ensueño como el fagot de Irene Camacho o el oboe de Irene Rodríguez que brilló con luz propia en el los tiempos lentos del Concerto nº 2 de Haendel página sencillamente intachable, exquisita en las ornamentaciones y plena de sentido en las dinámicas propuestas por la batuta de A. Zapico. Enmarcable y propio de músicos entregados fue el Concerto grosso nº 8 de Locatelli toda una experiencia para el oyente y ejemplo de interpretación.

El programa se vió alterado en su orden original no sin cierta intención al plantear un sentido retrospectivo y en el que no faltó un guiño a la escuela francesa de la mano de J. B. Rameau y sus Indias Galantes pórtico de entrada a todo el concierto. Programa que se abría con la Suite orquestal nº1 de J. S. Bach que desde su cima marcó el nivel técnico demostrado por la JOBA. Momento convincente marcado por el virtuosismo se apreció también en el RV157 de Vivaldi ejemplo de agilidad y visión en conjunto desde una perspectiva artística que buscaba en todo momento el contrastes y la claridad de ideas. Otro de los grandes hallazgos del recital lo propició los violines solistas de Ana Rosa Dávila y Alejandro Moreno en el Concierto nº2 de Haendel que de principio a fin estuvo lleno de lucidez y virtuosismo sin olvidar el revelador contrabajo de José Parra.

Este último programa en la humildad de su ideario no fue más que un ejemplo del talento que justifica que a esta ciudad le sobran luces y le falta auditorio.

Alejandro Fernández





Perles en la gran Sala

22 10 2019

Málaga. Sala María Cristina. 19-10-2019. Recital de Berna Perles, soprano y Rubén Fernández Aguirre, piano. Programa: obras de R, Hahn, G. Bizet, G. Donizetti, X. Montsalvatge, G. Giménez y R. Chapí.

No parece que a la dama de la lírica que ha regalado Málaga a la escena nacional e internacional, Berna Perles, tenga igual reconocimiento fuera que en su propia casa sobre todo al comprobar una Sala María Cristina con una propuesta tan excelente en su agenda musical con algo menos de la mitad de la entrada vendida y una institución como UNICEF beneficiaria del acto mostrar tan poco interés en la difusión de este recital que tuvo lugar el pasado sábado. Ni tan siquiera parece haber movido a los aficionados malagueños el reconocimiento de público y crítica obtenido en Oviedo en El ocaso de los Dioses de R. Wagner con dirección musical de Christoph Gedschold recientemente. En el fondo parece que nada importa, que el empujón, los achuchones y la soberbia de estar por estar queda reservada para otras ocasiones.

Berna Perles y Ruben Fdez. Aguirre no estuvieron todo lo acompañados que hubiera sido deseable pero sí disfrutaron del calor de un buen puñado de fieles a la lírica encabezados por C. Álvarez. Y como eran pocos, el resultado fue un programa desgranado con gusto, técnicamente impecable y para quien gusta recordar, inolvidable. A Berna Perles le quedan muchos recitales por hacer, algunos volverán a agraciar a su ciudad pero por muchas razones el mítico será siempre el de octubre del diecinueve.

Recital de canto y piano estructurado en tres bloques que deambuló por la canción francesa, el verismo italiano y España en el corazón. La soprano malagueña se hizo acompañar del sabio piano de Rubén Fernández Aguirre que como siempre brilló desde el teclado. Fernández tiene la habilidad de desplazar la atención hacia el solista despistando el importante papel como el pasado sábado volvió a demostrar- entre otras genialidades- al extraer lo mejor de Bizet, el piano de las Canciones Negras de Montsalvatge o los rumores cristalinos con los que vestiría dos canciones de A. Díez Boscovich.

El repertorio francés abanderado por R. Hann y Bizet fueron los encargados de abrir el recital de Berna Perles. La malagueña aprovechó la inmortal “A Chloris” para mostrar el abanico de notas altas suspendidas y en ocasiones musitadas con el que la cantante reina en las alturas. En Bizet con “C’est des contrebandiers…” la dicción, el apoyo y el fraseo fraguaron una de las grandes perlas de la velada y prólogo al repertorio italiano defendido por Tosti y Donizetti. Y fue en este punto cuando cuando el instrumento vocal que maneja Perles afloró en toda su expresión, mostrando la madurez vocal a la que ha llegado la cantante. Si el timbre de la solista ya era generoso antes ahora apetece más puro e iluminado mientras que en el plano medio la densidad que lo preside empieza a soñar con una gran soprano dramática. Destacar el el Aria de la Locura de la Lucia di Lammermoor de Donizetti, sencillamente inmensa.

Dos canciones de A. Díez, seleccionadas por la propia Berna Perles, abrió la segunda parte dejando en el ambiente el suficiente aroma a caña y sal para abordar las Cinco canciones Negras de X. Montsalvatge cargadas de evocación y nostalgia. Lectura rica en acentos y bien sazonada por ambos solistas. Y de Montsalvatge al gran género español de la mano de Chapí que cerraba oficialmente el recital no sin antes enfrentarse a “De España vengo” del maestro Giménez al que no faltó el gran agudo final para rematar una versión que se tuteó con el de otras divas de la escena española. Y por si fuera poco, ante la insistencia del público Fernández Aguirre y Perles como propina ragalaron la copla “Y sin embargo te quiero” con el que quedó definitivamente coronado el concierto.

Alejandro Fernández





Carácter americano

20 10 2019

Málaga.18-10-2019. Auditorio Edgar Neville. Solista: Alejandro Viana. Dirección: Arturo Boscovich. Programa: Concierto para violonchelo y orquesta en Si menor, op. 104, de A. Dvorák y Sinfonía Nº 2, op. 30 “Romántica”, de H. Hanson

El primero de los encuentros del Ciclo La Filarmónica Frente al Mar -seis programas se repartirán a lo largo de esta temporada- que llega a su octava edición tuvo como protagonistas al cello solista de Alejandro Viana y la batuta entregada de Arturo Díez. Ocho ediciones que desde sus orígenes han venido acompañadas de una respuesta holgada de público aficionado de perfil más renovado y que de alguna forma vienen a reforzar los abonos en el Teatro Cervantes. Público más concienciado del valor de las propuestas artísticas habida cuenta de la ausencia de politonos indiscretos, gorjeos inoportunos o caramelitos atronadores.

Aficionados de rango de edad sensiblemente por debajo de la media que ofrece el gran coliseo local. Y aunque aún queda limar las ovaciones entre movimientos -preferible al gallinero en el que se está convirtiendo la sede de los abonos- lo cierto es que el precio de las localidades invitan a acercarse hasta estos programas del ciclo que acoge el Auditorio Edgar Neville. A La Térmica aún le queda maquetar unos programas más legibles (en cuanto al tamaño de los caracteres) y apostar por unas mínimas notas al programa que no dejen al repertorio a pecho descubierto, más cuando se trata de obras que son abordadas por la Filarmónica por primera vez como ocurrió el pasado viernes. Por lo demás, este ciclo de conciertos goza de muy buena salud y es una apuesta firme del conjunto por acercar el gran repertorio.

Antonin Dvorák y Howard Hanson fueron los protagonistas de este primer concierto a modo de cuadros que dialogan entre ellos a pesar de la distancia entre escuelas que las separan. El Concierto para cello de Dvorak representa la vieja Europa, la forma, el canon… Una manera heredada, asentada en la tradición de entender la composición frente a ese estilo, que aún guardando distancia, tanto en estética como en personalidad, ofrece Hanson a quien puede considerarse referente en la construcción de la escuela americana de música, quizás la más joven pero no por ello menos interesante.

El cello de Alejandro Viana fue el protagonista del opus 104 de Dvorák que en líneas gruesas puede calificarse su interpretación, de esta página tan agradecida para cualquier solista, como mejorable en los tiempos extremos y sosegado en el adagio central a pesar de los esfuerzos del conjunto por elevar la interpretación. Todo ello unido a los dos discurso que tanto batuta como solista demostraron en el desarrollo de la página decididamente atropellada. Un auditorio, sea donde sea apela siempre por el trabajo mimado.

Tras la pausa la OFM en la batuta del maestro Díez Boscovich abordó la primera audición del trabajo sinfónico más divulgado del norteamericano H. Hanson, su Sinfonía Nº 2 conocida por “Romántica”. En ella Díez subrayó el carácter sugerente de la partitura en la que pueden apreciarse tratamientos armónicos y color orquestal del que han bebido sin complejos reconocidos compositores del Séptimo Arte. Articulada en tres movimientos relacionados entre sí, destaca la sombría introducción reforzada por la casi obsesiva repetición del motivo que a modo de fatum aparecerá a lo largo del desarrollo de la sinfonía en contraposición al tema lírico que culmina el adagio de comienzo tratado como gran coral – modelo y desarrollo muy similar a la Quinta de Tchaikovsky- que torna en claridad y ánimo en el desenlace anotado por Hanson.

Lectura densa y corpórea, con personalidad y efecto la ofrecida por el maestro Díez de esta Segunda Sinfonía de H. Hanson a la que es imposible sustraerse del gran trabajo realizado por las maderas del conjunto, los no menos rotundos metales, especialmente iluminadas las trompas de la orquesta, sin obviar el buen empaste de las cuerdas.

Alejandro Fernández





Maximiliano Valdés, carácter beethoveniano

13 10 2019

Málaga. Teatro Cervantes. 11-10-2019. Teatro Cervantes. Solistas: Trío Arriaga. Dirección: Maximiliano Valdés. Programa: El holandés errante, WWV.63 (Obertura), de R. Wagner. Triple concierto en Do Mayor, op. 56 y Sinfonía Nº3 en Mi Bemol Mayor, op. 55 “Heróica”, de L. van Beethoven.

Programa de estructuctura clásica (obertura, concierto y sinfonía) fue el protagonista del tercero de los abonos de la Filarmónica de Málaga. En los atriles, Wagner y Beethoven daban cuenta del peso y proyección de una de las escuelas más importantes que nutre el caudal del gran repertorio. Hecho que no es casual dada la alargada sombra que representa Beethoven aún en la actualidad y por supuesto también Wagner en el ámbito escénico de la mano del primero de sus éxitos en vida El holandés errante. En su obertura aparecen ya definidos los principales temas (o leitmotiv) que circulan por el drama lírico.

A pesar de la fría acogida del estreno en Dresde, en El holandés errante ya aparece la configuración de la orquesta wagneriana nutrida y soberbia gracias al refuerzo de metales que elevan o destacan, que señalan o acusan los ascensos, caídas y debilidades de los héroes y sus contrapuestos dentro de la escena. Maximiliano Valdés (todo un referente de la dirección internacional actual) subió al podio de la OFM con una idea muy clara en cuanto enfoque, dinámica y emisión no sólo en lo wagneriano, sino también en lo referente al genio de Bonn. Centró la atención en lo que une a ambos compositores desde la perspectiva de dos mundos que engrosan toda una escuela.

El Triple concierto y la Sinfonía nº 3 cerraban la primera parte del programa una, y toda la segunda otra. En ambas partituras es patente ya la dimensión estética y formal de Beethoven aunque en lo formal siguen apegadas a la forma clásica e incluso en la configuración de la plantilla. El Trío Arriaga protagonizaría una lectura ágil destacando especialmente el cello de D. Apellániz en el largo central, sin olvidar el incisivo violín de J. L. Gallego en el rondó de cierre del Triple concierto caracterizado por el tono contrastante anotado por Valdés en el conjunto que no quiso desaprovechar los escasos momentos de lucimiento que otorga Beethoven al concierto.

“Pesada, interminable y deshilvanada” fueron algunos de los calificativos que acompañó la acogida del estreno de la Tercera de Beethoven que el tiempo ha colocado en su lugar de honor y en la que ya es clara la determinación artística y, como no, estética de Beethoven. Maximiliano Valdés hizo suya la partitura presentado una lectura en conjunto sólida, de pulso firme donde los grandes destellos fueron aportados por la pulcritud técnica de los profesores. Destacar el afecto de la marcha fúnebre en contraste al impulso del brillante finale. Lectura de calado, de conjunto que encuentra en el gran repertorio la excusa no sólo para el lucimiento sino también para evidenciar la madurez artística que posee hoy la Filarmónica de Málaga, a pesar del duro golpe anunciado en la tarde de ayer de la repentina desaparición de la arpista titular que durante muchos años ha formado parte de la OFM. Descanse en paz Laure Vidouta.

Alejandro Fernández





Solaun, el debut esperado

29 09 2019

Málaga. 27-09-2019. Teatro Cervantes. Solista: Josu de Solaun. Dirección: Manuel Hernández Silva. Programa: Obertura del ballet “Las Criaturas de Prometeo” en Do mayor, Op. 43; Sinfonía Nº1 en Do mayor, Op. 21 y Concierto para piano y orquesta nº3 en Do menor, Op. 37, de L. van Beethoven.Teatro Cervantes.

Aunque para el gran auditorio la tarjeta de presentación del pianista Valenciano Josu de Solaun ha sido el complejo Concierto en Do menor de Beethoven, lo cierto es, que en el recital -de casi dos horas al teclado- del duodécimo Ciclo de Cámara de la OFM, en mayo pasado, tampoco se escapó la oportunidad para reconocer en su piano el espacio de honor que ocupa entre los pianistas españoles. La claridad de ideas, el orden de construcción o la sobriedad que lo distingue forman parte del atractivo de este destacadísimo intérprete. Y es tan cierta esta afirmación que la Filarmónica de Málaga, atendiendo a la profunda conexión entre profesores y solista, el pasado abono, a lo que habría que sumar la extensa experiencia del Conjunto en el repertorio actual, no estaría mal considerar seriamente asumir el estreno del concierto para piano del músico español.

Año Beethoven, tiempo para repasar el legado al gran repertorio del genio de Bonn, algo que el maestro Hernández Silva recoge en la programación artística a modo páginas enfrentadas, como ocurriera en el primero de los abonos; en evolución estética para este segundo programa de la temporada y también singularizando la trascendencia de la obra motor de todo el concierto, idea de la que también participó el encuentro de esta última semana.

El concierto pasado presentaba al Beethoven que asume los presupuestos de Mannheim a través de la influencia de Haydn o el propio Mozart. En realidad, esta continuidad no es más que la excusa para el desarrollo estético del catálogo beethoveniano. Pocos pueden negar estos reflejos en la obertura “Las criaturas de Prometeo” que apetece más un ensayo sinfónico con muy buena factura que queda ensombrecido al comparar con la Sinfonía en Do mayor o el Op. 37.

En la intimidad entre batuta y conjunto la Sinfonía en Do mayor comenzó dibujando una estructura formal cuya única flexibilidad lo aporta el material temático que refleja la personalidad del compositor y que ya muestra la habilidad en el manejo de los colores de la orquesta como también la dirección del discurso musical beethoveniano. Hernández Silva y la OFM dotaron a la sinfonía del propio carácter vital del momento de redacción lo que añade un nuevo incentivo para comprender los cuatro tiempos que la estructuran. Destacar la densidad orquestal, el ánimo lírico y la fidelidad de pulso de los movimientos centrales.

Tras el descanso, el tercero de los conciertos para piano de Beethoven protagonizó toda la segunda parte singularizando – el titular de la Filarmónica- el nuevo horizonte que abre el genio al piano romántico con esta partitura. Solaun y Filarmónica tras la extensa introducción establecieron el suficiente espacio para el diálogo entre solista y conjunto. Si en el andante de apertura la atención se centraba en los diálogos, al llegar a la cadencia los destellos de Solaun acapararían toda la atención para dibujar, seguidamente, un largo central suspendido en la sala, inmenso e íntimo que sólo podía tornar al rondó de cierre con un ataque inmediato que puso de manifiesto que Josu de Solaun es un músico enraizado, que ha madurado a golpes con la experiencia y lo mejor de todo tan claro y preciso como que respira cada nota que desnuda.

Alejandro Fernández





Hindemith para empezar

14 09 2019

Málaga. 12-09-2019. Teatro Cervantes. Solista: Svetlin Roussev, violín. Dirección: Manuel Hernández Silva. Programa: Sinfonía en Mi bemol mayor, de P. Hindemith y Concierto para violín y orquesta en Re mayor, L. v. Beethoven. Teatro Cervantes.

Como sucediera al comienzo de la temporada pasada la Filarmónica de Málaga y de manos de su director titular y artístico, el maestro Manuel Hernández Silva, inauguró sus programas de abono con una gran página sinfónica del siglo veinte. Si entonces el auditorio se adentraba en la Cuarta sinfonía de B. Martinu, de la misma década de los cuarenta de la centuria pasada llegaba la Sinfonía en Mi bemol Mayor de Paul Hindemith que abría la estación del año Beethoven. La apuesta del maestro, lejos de la provocación o la impostura, no hace más que incidir en la lógica puesta en valor del repertorio de un siglo tan cercano como desechado.

No es posible construir un relato de la música amputando un período clave en la continuidad creativa de la gran música. El veinte demanda atención y cuidado para entresacar aquellas piezas definitorias que engrosen el gran repertorio. Tal es la riqueza de legado musical que permite programas enfrentados, como un juego de espejos, donde las obras responden a un tiempo pero también dialogar entre ellas. En este doble escenario se contextualizaban la Sinfonía en Mi bemol Mayor de P. Himdemith y al girar el espejo descubrir el Concierto para violín y orquesta de L.v. Beethoven en el Camposelice de S. Roussev.

En el hilo narrativo ideado por Hernández Silva con la más que necesaria colaboración material de la OFM se establecen una serie de relaciones como ser obras de madurez tanto de Beethoven como de Hindemith, compartir la frialdad de la acogida de sus estrenos pero sobre todo la continuidad de una escuela de música y el apego a la forma desde la concepción sinfónica que también las identifica. Visto así, la visión en retrospectiva deshacía cualquier sombra que distrajera el sentido de continuidad y no de ruptura como se pretende calificar el veinte.

Este primer Hindemith de la Filarmónica serviría para mostrar el músculo y la madurez con el que el conjunto malagueño encara esta temporada, última por cierto del actual director titular. Escrita desde un lenguaje tonal ensanchado, la Sinfonía en Mi bemol Mayor comparte además la construcción formal consolidado por la escuela alemana sobre el modelo de cuatro tiempos contrastados. Los equilibrios entre secciones juegan, y así lo leyó la OFM, el sustrato para el desarrollo de la sinfonía. Al impactante muy vivo de apertura que comparte ánimo con el tiempo de cierre le sucedería un tiempo lento expresado como muy lento dominado por la serenidad marmórea que le otorgan las cuerdas y maderas al que sucede el tiempo vivo a modo de scherzo del tercer movimiento. Densidad, oscilación y pulso completaban el esfuerzo por ubicar este desconocido trabajo de P. Hindemith.

Tras el descanso el relato estético continuaría con el violín de Svetlin Roussev que vuelve al Cervantes tras el Laló de hace dos temporada con el Op. 61 beethoveniano. Juego a tres (solista, conjunto y batuta) como los capítulos que organizan el Concierto para violín de Beethoven. Partitura muchos años despreciada hasta su reconocimiento como modelo de referencia del diecinueve. Roussev, Hernandez Silva y OFM dibujaron una versión reveladora ajena al pulso romántico con dinámicas animadas en los tiempos externos, reservando el tono lírico y recogido en el movimiento central. Lectura propia, coherente en desarrollo y magistral en técnica resumen el trabajo expuesto por S. Roussev y la Filarmónica de Málaga y la inspirada batuta de Hernández Silva.

Alejandro Fernández





La Quinta en marcha

10 09 2019

MÁLAGA. Auditorio Edgar Neville. Encuentro Septiembre JOBA. Director concertino: Serguei Malov. Programa: Concierto en Sol menor RV156;  Concierto para cuerdas y bajo continuo en Do Mayor RV114a y Concierto para cuerdas en Mi Bemol Mayor “La Tempesta di Mare” RV253, de A. Vivaldi; Concerto Grosso en La Mayor op. 2 nº 1, de G. Sanmartini; Concerto Grosso en Re Mayor op. 6 nº4, de A. Corelli y Concierto para violonchelo, cuerdas y contínuo en La menor RV19, de A. Vivaldi. 07-09-2019.

Tras el concierto de la Academia Orquestal el pasado miércoles, este sábado le tocaba el turno a la Joven Orquesta Barroca de Andalucía, proyecto que sostiene la OFM, inaugurar la temporada de conciertos. Este entusiasta proyecto comienza su quinta promoción y serán los protagonistas del décimo aniversario de la formación. Como viene siendo habitual en los encuentros de la JOBA, tanto por el nivel técnico de los atriles como el atractivo del programa en concierto volvió a llenar las butacas del Edgar Neville.

Por invitación de la Filarmónica el reconocido violinista y especialista del repertorio barroco Serguei Malov hizo las veces de concertino- director desarrollando un programa centrado en el concierto barroco involucrando desde el comienzo del recital a músicos y auditorio en lo que pretendía ser -y así ocurrió- una celebración de la música con tono distendido aunque riguroso en el capítulo técnico, interpretativo e incluso improvisatorio. Precisamente la interpretación jugó un papel destacado dado el irresistible caudal temático y melódico que encerraba el programa barroco italiano protagonista. Nombres como Vivaldi, Corelli o Sanmartini serían los compositores destacados para ahondar en otra de las grandes formas del barroco que han trascendido hasta nuestros días: el concierto Concierto grosso, concierto solista y concierto orquestal tres modelos que encontrarán en la forma sonata un punto de desarrollo estilístico pero también estético como podría de manifiesto Malov al frente de la JOBA.

Si bien el programa comenzó tal y como estaba planteado, tras el RV156 que serviría de aperitivo dada la brevedad de la página, para toda la música que vendría después al cuidado del violinista ruso el resto de obras seleccionadas se vió afectada en su orden con la idea de destacar, aún más, las singularidades de las obras. Así al Concierto en Sol vivaldiano, cargado de brillo aunque sensiblemente holgado en tempo le sucedería el Concerto grosso en La Mayor de Sanmartini que abre su opus dos. Armado en cuatro tiempos Malov destacó el tono evocador de formas antiguas que sin renunciar al refinamiento tanto formal como temático de este concierto. 

Cerraba la primera parte el no menos interesante Concierto para violonchelo RV19. Escrito en la tonalidad de La menor, se trata de una de las primeras páginas dedicadas al instrumento que para la ocasión acompañando a la JOBA se cerró con el violoncello da spalla de Malov aportando a la lectura la particular sonoridad metálica. Corelli abrió la segunda parte con la obra más redonda técnica y artística del encuentro del conjunto barroco. Los cuatro movimientos que articulan el Conicerto grosso en Re Mayor serviría además para concertar dos buenas razones para no perder de vista los próximos conciertos de la JOBA, y más concretamente el cello de Antonio Dorado, expresivo, hondo e intencionado; y el violín d de Juan Utrera, seguro en el ataque y  oscilante en la emisión.

El Concierto para cuerdas RV114a cuyo adagio central sirvió de excusa para la improvisación precedió al conocido RV253 de Vivaldi donde nuevamente la improvisación -tan importante en estas páginas solistas- serviría al violín de Malov y la JOBA para poner el punto y final a la velada no sin antes ofrecer una propina extraída de  “La Tempesta di Mare” vivaldiana.

Alejandro Fernández 





Álvarez y la Academia inauguran la temporada

5 09 2019

MÁLAGA. Sala María Cristina. Academia Orquestal de Málaga. Solista: Carlos Álvarez, barítono y Benjamín Moreno, trompeta. Programa: Sinfonía nº 8 en sol mayor, op.88 de A. Dvorák y selección de páginas líricas para barítono. Dirección: Mª del Mar Muñoz Varo. 03 de septiembre de 2019.

Si el pasado julio la Joven Orquesta Barroca de Andalucía y la Academia Orquestal de Málaga clausuraban la temporada de conciertos, nuevamente, y  van dos años consecutivos, ambas formaciones dan el pistoletazo de salida a la agenda de clásica y lírica que entre septiembre y julio van a copar buena parte de la agenda cultural malagueña. En el caso de la Academia lo hacía con la participación del barítono malagueño Carlos Álvarez en la segunda parte. El Auditorio Edgar Neville el lunes y la Sala María Cristina fueron los escenarios elegidos para la ocasión de las dos audiciones ofrecidas por el conjunto sinfónico. 

Escrita en 1889 y estrenada en Praga un año después la Sinfonía en Sol Mayor de A. Dvorák llegaría muy pronto a la imprenta. Su tonalidad no es tan sólo una de las peculiaridades de este trabajo sinfónico. Armado en cuatro movimientos es perceptible la huella brahmsina en la pureza de las formas que atesora pero también melódica y dramática que la acercan al postromanticismo de Tchaikovsky. Es importante destacar tanto el esfuerzo como el resultado de la Academia Orquestal en desplegó marcan una línea dramática de gran atractivo e irreprochable resultado.

La batuta de Muñoz Varo dibujaría el allegro de apertura marcando dinámicas concisas con especial atención a la carnalidad de los cellos y las imágenes bucólicas dibujadas por las maderas. En el adagio el sentido intimista otorgado por Dvorák contrastaría por el músculo demostrado por los bronces sencillamente magistrales en los dos movimientos finales. El tono rapsódico sobre un tema y variaciones llevarían a esta conocidísima sinfonía hacia una conclusión llena de color y efectista.

Gracias a los profesores de la Academia Orquestas y del compromiso con la música en Málaga anotado una y otra vez por Carlos Álvarez la segunda parte del concierto se abriría con la trompeta del también malagueño Benjamín Moreno y el aria The Trumpet shall sound de Haendel acompañando a Carlos Álvarez que sin escatimar presencia ni instrumento convertiría el resto del concierto en una verdadera fiesta de la música. Le continuaría otra aria de Miquel Ortega inspirada en la Carta de don Quijote a Dulcinea y que pone a prueba las dotes dramáticas y canoras del intérprete y todo ello después de que Álvarez se despachara la no menos exigente Non piú andrai de Le nozze di Figaro de Mozart.

La obertura de Carmen de Bizet y el Toreador del tercer acto pondría el punto y final a este intenso recital y concierto de la Academia Orquestal en el que no podemos dejar atrás la exquisitez con la que Carlos Álvarez atacó el Aria de la Estrella del Tannhäuser wagneriano toda una declaración de intenciones del cantante malagueño quien no tuvo reparos de reclamar el Auditorio de la Música en presencia del primer edil y del estreno de la delegada de Cultura.

Alejandro Fernández





Mozart y Schubert en la despedida

5 09 2019

MÁLAGA. Auditorio Edgar Neville. Encuentro Julio JOBA. Programa: Sinfonía nº 40  en sol menor KV.550, de W. A. Mozart y Sinfonía nº5 en si Bemol Mayor, D.485, de F. Schubert. Dirección: Manuel Hernández Silva. 13 de julio de 2018. 

Cuenta la leyenda que W. A. Mozart no tuvo más acompañamiento en su entierro que un perro callejero. No menos fortuna tendría F. Schubert que gravemente enfermo muere también en Viena no sin antes legar al gran repertorio un corpus cercano al millar de obras. A pesar de lo aciago de la existencia de ambos músicos, la personalidad estética de ambos contribuiría decisivamente en la construcción de la sinfonía del período clásico en uno, y el desarrollo y evolución en el período romántico en otro. 

El titular de la Filarmónica de Málaga, Manuel Hernández Silva avanzaba, con este doble programa sinfónico, las fronteras donde se diluyen las ideas del barroco tardío y avanzan las nuevas formas de entender y apreciar (escuchar) la música. Ejemplos modelos de esta evolución fue el concierto ofrecido por la Joven Orquesta Barroca de Andalucía, el pasado sábado en el Auditorio Edgar Neville seleccionado para su interpretación, dos trabajos sinfónicos que aunque separados en el tiempo uno se erige como modelo referencial, mientras que la propuesta de Schubert marca el punto de arranque de una nueva estética musical asentada en el respeto a la forma propuesto por Mozart.

En este desarrollo, nada es casual y así lo pondría de manifiesto el maestro Hernández Silva en el enfoque interpretativo de la KV.550 y la D.485 contextualizado en el proceso constructivo que atraviesa todo el continente europeo hasta el triunfo definitivo del modelo sinfónico vienés apoyado por la aparición de la figura del concierto público y el desarrollo de la plantilla orquestal que propiciará la aparición del director de orquesta.

Cuatro capítulos organizan la Sinfonía 40º de Mozart, página central de la trilogía que corona su integral sinfónica, aparece teñída de tonos introspectivos y dramáticos en lo que aparenta una nueva forma de relación entre el músico y el oyente. El titular de la OFM se distinguió por el pulso firme y decidido en el ánimo de canalizar el desarrollo orgánico de la partitura. Si el allegro de apertura destacó por sus destellos, el tono sosegado del andante serviría de excusa al ánimo reflexivo del menuetto que precede al ágil finale que Hernández Silva imprimiría sobre la JOBA.

No menos madura apetecería la lectura de la Quinta Sinfonía de F. Schubert. Los cuatro tiempos que estructuran la obra corren en paralelo a la propuesta mozartiana sin renunciar a la propia personalidad artística del compositor vienés. En la batuta de Hernández Silva y JOBA destacó la densidad interpretativa de la sinfonía frente el sentido más ligero de la KV.550 y donde faltan diálogos entre cuerdas y maderas, destacando especialmente la flauta de M. J. Cardona sin olvidar el papel de el resto de la sección.

La JOBA pone el punto y final a su cuarta promoción con la mirada puesta en septiembre y una nueva plantilla de jóvenes intérpretes.


Alejandro Fernández 15|07|2019